Buenos Aires, 22, 23 y 24 de noviembre de 2023
Pierre Leroux, el creador del socialismo romántico francés, fue tipógrafo. También lo fueron Pierre-Joseph Proudhon, el padre del anarquismo, así como Pablo Iglesias y José Mesa, los fundadores del socialismo español. William Morris, el precursor del socialismo británico, fue impresor y creador de tipografías. No se trata de una suma de coincidencias. Como señaló agudamente Regis Debray, el socialismo llegó al mundo con la palabra “imprenta” escrita en la frente.
“Anarquistas y socialistas —escribió en un ensayo memorable— eran parientes enfrentados en el seno de una misma familia; panfletos, artículos, periódicos y suplementos literarios llenaban sus vidas. Ambos seguían la doctrina de Lutero de no escatimar ni esfuerzos ni dinero para fundar por doquier ‘librerías y bibliotecas de calidad’. Los hijos de Marx y los de Bakunin compartían el mismo evangelio: leer y hacer que otros leyesen. Allá donde iban, dejaban una biblioteca”.
Idéntica misión asumieron las izquierdas latinoamericanas en el proceso de su formación, a partir de las últimas décadas del siglo XIX. Reunir grupos de afinidad anarquista o crear centros socialistas era sinónimo de promover la lectura (sea en forma individual o grupal), fundar bibliotecas, editar folletos, periódicos y revistas. Los muebles de biblioteca son infaltables en las más antiguas fotografías de las sedes de las sociedades de resistencia y los primeros sindicatos obreros.
El socialista español Juan José Morato, tipógrafo él mismo, señalaba a fines del siglo XIX que el oficio había hecho a los tipógrafos lectores con capacidad de entender las doctrinas sociales con su propia cabeza. El escritor argentino Roberto J. Payró había señalado hace un siglo y medio las afinidades electivas entre el universo de los tipógrafos y el espíritu de rebeldía y solidaridad: “entusiastas y arrebatados, del taller pasaron al comité, a las manifestaciones, a los atrios y muchas veces, en la imprenta, con el cañón apoyado en el burro, componían con el fusil al alcance de la mano y luego dormían junto a las cajas, prontos a impedir con su sangre un ‘empastelamiento’”.
Efectivamente, el precursor del periodismo obrero y socialista en México, Juan de Mata Rivera, era impresor. El padre fundador del socialismo y el comunismo en Chile, Luis Emilio Recabarren, era tipógrafo. Astrojildo Pereira, el anarcosindicalista que luego fundaría el Partido Comunista del Brasil, había sido linotipista y tipógrafo en su juventud. Alfredo López, el primer secretario de la Federación Obrera de La Habana, era un tipógrafo anarquista.
La Argentina, país tempranamente abierto a la inmigración europea, recibió desde mediados del siglo XIX a numerosos tipógrafos exiliados que sentaron las bases de la prensa librepensadora, anarquista y socialista, como los españoles Indalecio Rodríguez Cuadrado y Bartolomé Victory y Suárez. Fue la Sociedad Tipográfica Bonaerense, fundada en 1857, la que estableció los primeros vínculos con la Asociación Internacional de los Trabajadores. Lucas Fernández y Juan L. Finglhay, los pioneros de la prensa afroporteña del siglo XIX, eran tipógrafos. Augusto Kühn, un estereotipista alemán exiliado en Buenos Aires, fue el animador infaltable de todas y cada una de las jornadas en las que se constituyó el movimiento obrero argentino. Fue el tipógrafo de origen polaco Adam Dembrowsky el que promovió en 1891 la creación de Les Egaux, el grupo pionero de socialistas franceses en la Argentina.
Buena parte de las figuras históricas del anarquismo argentino eran tipógrafos, de Pedro Tonini a Pierre Quiroule, de Jaime Torrens Ros a Pellicer Paraire y Mariano Cortés (Altaïr), de Severino Di Giovanni y Paulino Scarfó a Fernando Quesada. Las filas del socialismo argentino no sólo se nutrieron de médicos y abogados. Víctor Béjar, Martín Casaretto, Domingo de Armas, Agustín de Arrieta, Mariano García, Esteban Jiménez, Fernando Lanzola, Pablo B. López, Luis Ramicone y Antonio Zaccagnini eran tipógrafos. En el universo sindical comunista se destacaron tempranamente dos tipógrafos: Miguel Contreras y Ruggiero Rúgilo. También se iniciaron como tipógrafos muchos escritores de la izquierda argentina, como Elías Castelnuovo y Roberto Santoro.
Fueron los programas sociales del anarquismo, el socialismo y el comunismo los que acercaron entre sí a trabajadores intelectuales y manuales, mundos que, en otros contextos, se hubieran dado la espalda. Las imprentas, señala Debray, fueron lugares de encuentro. Los tipógrafos, apuntaba Payró, eran los mediadores entre la cultura letrada de las élites y la cultura obrera en formación.
Más allá de sus éxitos o fracasos políticos, las izquierdas erigieron, en Latinoamérica y en todo el globo, una cultura letrada de amplias dimensiones. Encontraron su suelo nutricio y su oxígeno en la grafosfera –para seguir con la jerga de Debray– el ciclo histórico de la producción de impresos a escala masiva. Ciertamente, decir izquierdas es decir debate de ideas. Los debates teóricos, políticos o doctrinarios son parte constitutiva de la cultura de izquierdas. Pero gracias al “giro material” que viene experimentando la historia intelectual, los estudios contemporáneos prestan cada vez mayor atención a las formas y los procesos materiales a través de los cuales las ideas circulan efectivamente. No se trata de “ilustrar” o “completar” la vieja historia de las ideas con notas al pie de carácter erudito, añadiendo el registro de los talleres gráficos, el nombre de los ilustradores o el precio de venta de los impresos, sino de repensar los procesos de circulación internacional de las ideas a partir de los medios y las mediaciones a través de los cuales se materializan y adquieren existencia social.
Este giro convoca a ampliar el foco de análisis, desde los grandes productores de ideas, los “intelectuales faro” de una época, hacia una miríada de actores antes invisibles o escasamente considerados, como los editores, directores de colección, consejeros y asesores editoriales, traductores, tipógrafos, impresores, libreros, vendedores ambulantes, mecanógrafas, divulgadores, cursillistas, conferencistas y toda una serie de figuras indispensables en la reproducción de estos procesos.
Atender a la reproducción y a la materialidad nos permite, a su vez, complejizar este universo aparentemente masculino. Si bien las imprentas fueron espacios muy excluyentes de la participación femenina, sus trabajadores dependían de tareas invisibilizadas que hacían a su propia existencia y a las posibilidades concretas de su labor: limpieza, alimentación, cuidado de la ropa, crianza y sostén emocional. Con el paso del tiempo, algunas mujeres se sumaron en roles más visibles como América Scarfó en la editorial Américalee y Sara Maglione en Lautaro, y se impone todavía el desafío de identificar y reconstruir los itinerarios de otras tantas que participaron como traductoras, diseñadoras, ilustradoras, mecanógrafas, asistentes, etc.
Las ideas y programas de todas estas personalidades diversas pudieron nutrir una cultura de izquierdas viva durante más de un siglo gracias a la acción menos relumbrante de las figuras mediadoras. Las izquierdas no sólo generaron líderes obreros, intelectuales doctrinarios y representantes parlamentarios. Si consideramos el caso argentino, podemos ofrecer algunas cifras elocuentes: desde la editorial La Protesta hasta Siglo XXI editores, la suma de las experiencias editoriales anarquistas, socialistas, comunistas y de la "nueva izquierda" a lo largo del siglo XX supera el medio millar de nombres. El anarquismo argentino lanzó unas quinientas publicaciones periódicas solamente durante el siglo pasado. El socialismo argentino publicó durante más de un siglo el periódico La Vanguardia, una enorme cantidad de periódicos regionales y cientos de títulos de folletos ofrecidos a precio de costo. Los comunistas argentinos, como sus pares de la Unión Soviética y de otras latitudes, erigieron un aparato editorial de enormes dimensiones, produciendo una masa colosal de impresos en español, cuyos índices aún no han sido completamente relevados. Este universo editorial es todavía más amplio si le sumamos las iniciativas nacidas de las formaciones de la “nueva izquierda”, del cooperativismo, los feminismos, los activismos LGTB+ y, en general, de los diversos movimientos sociales y autogestivos.
Una historia editorial que no considere el aporte decisivo de las izquierdas a la revolución del libro del siglo XX sería incompleta y sesgada. Asimismo, una historia de las izquierdas que se limite a evaluar la eficacia de las tácticas y las estrategias programáticas, sin considerar la relevancia de su contribución a la cultura impresa, sería ciega a uno de sus principales aportes a la conformación de los sujetos de la contestación social.
Algunos precedentes
Los estudios sobre la historia del libro y la edición conocen, sobre todo en las últimas décadas, una extraordinaria expansión a escala global. Desde el estudio pionero de Lucien Febvre y Henri-Jean Martin aparecido en 1958, seguido por los desarrollos contemporáneos de Roger Chartier y Robert Darnton, este campo de estudios ha entrado desde la década de 1990 en una verdadera ebullición.
El continente latinoamericano no ha sido ajeno a este interés. Se evidencia en la formación de espacios de investigación, en el número creciente de artículos, tesis de posgrado y libros publicados sobre esta problemática, así como en la realización de encuentros nacionales y continentales. En la Argentina este campo en formación fue estimulado por la aparición de la obra colectiva coordinada por José Luis de Diego, Editores y políticas editoriales en Argentina (2006); aunque desde los años noventa se contaba con los aportes de Dora Barrancos: Anarquismo, Educación y Costumbres en la Argentina de principios de siglo (1990) y La escena iluminada. Ciencia para trabajadores 1890-1930 (1996). En Latinoamérica el Núcleo de Estudos do Livro e da Edição de la USP lleva la delantera con la publicación desde el año 2011 de una revista especializada en la problemática: Livro.
En lo que hace a nuestra problemática específica, una serie de obras individuales y colectivas viene abriendo el camino al estudio de los proyectos editoriales de las izquierdas latinoamericanas. Sin pretensión de exhaustividad, podemos mencionar algunas obras que constituyen mojones de este proceso, comenzando por Edição e revolução: Leituras comunistas no Brasil e na França, que dirigieron en 2013 Marisa Midori Deaecto y Jean-Yves Mollier. A esta obra siguieron: A batalha dos libros (2017) de Lincoln Secco; Editar desde la izquierda (2017) de Gustavo Sorá; Prácticas editoriales y cultura impresa entre los intelectuales latinoamericanos en el siglo XX (2018), compilado por Aimer Granados y Sebastián Rivera Mir; La biblia del proletariado (2018) de Horacio Tarcus; El anarquismo argentino (2018) de Lucas Domínguez Rubio y Edición y Comunismo (2020) del propio Rivera Mir. A ellas viene a sumarse Edición y Revolución en la Argentina, obra colectiva, coordinada por Horacio Tarcus, de próxima aparición
El compromiso de nuestro centro con esta problemática viene de muy lejos, al punto tal que la historia del libro y la edición fue constitutiva de la formación de sus colecciones. La colección de catálogos de editoriales y librerías que atesora el CeDInCI así como libros con memorias de libreros y editores son testigos de esa preocupación liminar. A lo largo de sus 25 años de vida, el CeDInCI ha conformado un importante acervo de materiales de consulta indispensable para aquellos que cultivan este campo de estudios. Asimismo, en el año 2007 consagró sus IVas Jornadas de Historia al tema “Prensa política, revistas culturales y emprendimientos editoriales de las izquierdas latinoamericanas”. Y que desde 2011, la historia del libro y la edición de izquierdas constituye una sección permanente de nuestra revista Políticas de la Memoria.
En esta misma línea, el CeDInCI participa desde su creación en el año 2012 del Comité Académico y la organización del Coloquio Argentino de Estudios sobre el Libro y la Edición (CAELE). En el primer Coloquio, realizado en la ciudad de La Plata, nuestro centro animó dos mesas sobre los proyectos editoriales de la izquierda argentina.
Finalmente, en nuestro centro se viene gestando el Programa Mundos Impresos. En ese marco se reúnen investigadores de la casa y externos que aportan sus producciones al tiempo que gestan un acervo audiovisual sobre intelectuales argentinos y latinoamericanos que, de una u otra manera, han ejercido prácticas en el mundo editorial, mediante la producción de libros o publicaciones periódicas.
En esta nueva edición de sus jornadas, el CeDInCI convoca a investigadores e investigadoras vinculados a las ciencias humanas y sociales –la historia (y especialmente la historia intelectual), la sociología (y más concretamente la sociología de la cultura), pero también quienes proviniendo de la antropología, la filosofía, los estudios literarios, la bibliotecología y las ciencias de la comunicación– que vengan contribuyendo con sus estudios a comprender el universo editorial argentino y latinoamericano. Y propone, entre otros, los siguientes ejes temáticos:
Historia obrera e historia intelectual
Aproximaciones metodológicas y conceptuales
Cultura de izquierdas, cultura letrada y cultura impresa
Los tipógrafos como mediadores entre la cultura letrada de la élite y la cultura obrera
Las librerías de izquierda. Las distribuidoras. Los catálogos de librería y los avisos comerciales. Las librerías como espacios de socialización
Del editor-impresor-librero de fines del siglo XIX a la profesionalización de los oficios del siglo XX
Los libros prohibidos, los libros clandestinos, los libros confiscados, las quemas de libros.
Corpus, fuentes y herramientas metodológicas para los estudios del libro y la edición y la cultura de izquierdas
Inscripción | Monto | Pago |
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Expositor/a argentino/a | $7000 | Pagar |
Expositor/a latinoamericano/a | $13000 (USD 35) | Pagar |
Expositor/a de otros países | $18500 (USD 50) | Pagar |
Asistente (con certificado) | $2000 | Pagar |
Inscripción | Monto | Pago |
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Expositor/a latinoamericano/a | USD 35 | |
Expositor/a de otros países(USD) | USD 50 | |
Expositor/a de otros países(EUR) | EUR 45 | |
Asistente (con certificado) | USD 6 |
Jean-Yves Mollier (Francia), Gustavo Sorá (Argentina), Marisa Midori Deaecto (Brasil), Lincoln Secco (Brasil), Nelson Schapochnik (Brasil), Carlos Aguirre (Perú / EEUU), Aimer Granados (Colombia / México), Andrey Schelchkov (Rusia), José Luis de Diego (Argentina), Horacio Tarcus (Argentina), Mariana Canavese (Argentina), Laura Fernández Cordero (Argentina), Margarita Merbilhaá (Argentina), Fabio Espósito (Argentina), Vera Carnovale (Argentina), Ricardo Martínez Mazzola (Argentina), Dora Barrancos (Argentina), Dainis Karepovs (Brasil).
Sandra Jaramillo Restrepo (coordinación general), Natalia Bustelo, Juan David Murillo Sandoval, Luccas Eduardo Maldonado, Sebastián Rivera Mir, Adrián Celentano, Lucas Domínguez Rubio, Ana Trucco Dalmas, Laura Fernández Cordero, Luciana Del Gizzo, Ivanna Margarucci, Pilar Parot Varela, Eduardo Souza Cunha.